LANA

Lana en un descanso entre siestas

Adorada y recordada Lana,

Nunca olvidaré la primera vez que te ví en el regazo de tu madre, con tan solo 7 días. Te elegí porque fuiste la única en levantar la cabeza para saludarme, en realidad fue para olisquearme. Gesto que conservaste a lo largo de tus 13 años para decidir si te acercabas a una persona o probabas una comida nueva. Tu debilidad siempre fueron los chicos. Aunque por unas anchoas frescas abandonabas cualquier siesta. Fuiste mi bálsamo. En mis noches de estudio allí estabas para acompañarme, y en los momentos de juego allí estabas para retarme. Recuerda que cuando llegue el momento "tienes que venir a buscarme".

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